Capítulo 356
Capítulo 356
“¿Y ahora qué?” La franqueza de esta persona le hacía sentir como un mero instrumento, y con una risa irónica, preguntó:
“Ahora, pues, ya que eres mi cuñado, no puedo permitir que mi hermana se quede viuda, así que… tienes que volver vivo.” Gerard apagó el cigarrillo con una seriedad inusual.
“Te lo agradezco.” Rafael realmente se rio por la frustración.
“De nada, toma, esto es para que te protejas.” Al decir esto, Gerard sacó un mini revólver de su bolsillo y se lo pasó a Rafael.
Rafael tomó la pistola, una pequeña pistola plateada, tan compacta que podía ocultarse fácilmente en un bolsillo. Sin más, la guardó en el bolsillo interno de su traje.
Preparándose para salir por la ventana, Gerard, como si algo lo inquietara, se giró y preguntó: “Oye, no vas a terminar yéndote con esa mujer mañana, ¿verdad?”
Rafael le dijo dos palabras: “Estás loco,” y no le prestó más atención.
Gerard le lanzó una sonrisa maliciosa y desapareció en la noche.
Rafael se quedó sentado en la habitación, jugueteando con su reloj. Su móvil no tenía señal, así que no podía llamar a Sofía, quien seguramente estaba muy preocupada estos días.
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Hoy era viernes, y Sofía llevó a los niños de vuelta a la vieja casa para visitar al anciano. Después de cenar, los pequeños aprendieron a andar en bicicleta en el jardin, donde el anciano les había comprado una bicicleta a cada uno. Emocionados, pedaleaban sin parar, reacios a descansar. Afortunadamente, como recién estaban aprendiendo, el anciano les había instalado ruedas de entrenamiento. El tio José los acompañaba, y entre los cuatro se divertían en el jardin hasta quedar exhaustos.
Después de jugar, los niños se bañaron y pronto se quedaron dormidos. Sofía regresó a su habitación, se acostó en la cama y cogió su celular, que permanecía abierto en la
conversación con Rafael.
Desde aquella llamada, no había tenido noticias suyas. Las llamadas no conectaban y los mensajes no eran respondidos. Sofía contactó a David, quien afortunadamente pudo comunicarse con Rafael. David no se lo dijo mucho, solo que Rafael había salido y que estaban ocupados esos dias. Además, mencionó que la señal era mala donde se encontraban y le pidió a Sofía que no se preocupara, prometiendo que éste se pondría en contacto al regresar.
Escuchando a David ocupado organizando el trabajo al otro lado de la linea, Sofía no quiso interrumpir más y colgó, aunque se sentía inquieta y algo ansiosa.
Durante el día, en el estudio, Camila y los demás bromeaban diciendo que ella sufria de ansiedad por la separación, ya que estaba acostumbrada a estar siempre con Rafa, y ahora,
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al separarse, se sentía ansiosa.
Ella realmente se sentía ansiosa. Este viaje de negocios le generaba una mala sensación, quizás, como decían Camila y los demás, era ansiedad por la separación debido a la añoranza.
Sofía suspiró suavemente, dejó el celular, apagó la lámpara de noche, se acurrucó bajo las sábanas, cerró los ojos, y todo lo que podía imaginar eran momentos juntos con Rafael, incapaz de conciliar el sueño. Finalmente, se levantó de la cama, tocó suavemente el anillo en su mano, miró hacia el oscuro cielo nocturno a través de la ventana y por dentro expresó una silenciosa oración. “Rafa, por favor, cuidate. Te espero aquí.”
Rafael en su habitación, como si escuchara la voz de Sofía, saltó de la cama y abrió la ventana, solo para encontrar el vacío exterior. Tocando el anillo en su dedo anular, murmuro, “Mi amor, espera por mi.”