Capítulo 164
Capítulo 164
ATRACCION PELIGROSA. CAPÍTULO 13. ¿Crees que soy tonta, Aaron?
Aaron quería que la tierra se abriera y se lo tragara. No podía creer la estupidez que había hecho. Casi le temblaron las manos mientras hojeaba aquel álbum. Había escuchado esa impresora hasta la madrugada hacía dos días. Ella se había desvelado toda la noche haciendo aquello y él…
Pasó saliva y apretó los puños, necesitando desesperadamente dónde descargarlos, pero la verdad era que no tenía dónde.
-¡Cristo! ¿¡Se puede ser más imbécil!? -gruñó desesperado mientras cerraba los ojos y se apoyaba en aquel auto, y el panorama completo llegaba a él.
Ese era el favor que el Montecristo pirata le estaba haciendo a Nahia. Él era el capitán de un equipo deportivo, así que tenía la llave del gimnasio. También le había conseguido las fotografías, probablemente y era obvio que sabia que la sorpresa era para él.
-¡Maldición! -gruñó cerrando con violencia la cajuela del auto.
Aaron solo le había dicho una vez que aquella era su parte favorita de la universidad y ella había organizado algo lindo para él…
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-Y yo le agradeci amablemente besuqueándome con otra. ¡Si es que me quiero golpear a mí mismo! – Recordó la cara de sorpresa y de desconcierto de la muchacha al verlo con Vanessa y todo lo que él le había dicho después- ¿¡Por qué tenías que ser tan cretino, joder!? -espetó sin importarle que los muchachos que pasaban a su alrededor lo miraran raro. 2
La había cagado, la había cagado en grande porque la había lastimado y esta vez era en serio, era muy en serio.
Regresó al salón de clases, buscando a Nahia con la mirada apenas salieron, pero como él solito se lo había buscado, la que lo recibió de nuevo colgándose de su cuello fue Vanessa.
-Vanessa, ya basta -rezongó él tratando de liberarse de ella mientras Nahia pasaba a su lado sin mirarlos siquiera. Así que finalmente decidió resolver aquello, la agarró por una mano y la alejó un poco – Oye, ya estuvo bien. No besamos anoche, felicidades a los dos. Fue un error, vamos a dejarlo atrás. ¿ De acuerdo?
Vanessa apretó los labios y lo miró desconcertada.
-Yo pensé que nos estábamos llevando bien -replicó. © NôvelDrama.Org - All rights reserved.
-Y eso fue anoche, pero hoy es hoy. Lo lamento, no debí besarte ayer, estaba ofuscado y enojado y no debí desahogarme contigo. Pero a pata metida, pata sacada. Lo siento mucho, espero que no te enojes – le dijo él. 2
-¡Pues sí me enojo!
-Pues tienes doble trabajo -replicó Aaron con seriedad-. Solo te di un beso, tampoco es para tanto, supéralo. Con permiso.
La dejó con la palabra en la boca y por supuesto que salió corriendo a buscar a Nahia, que estaba sentada en una mesa de la cafetería con otros compañeros.
Tocó su hombro con suavidad y ella se giró despacio.
-¿Si? -murmuró frunciendo el ceño pero sin ningún acento en la voz.
-¿Podemos hablar un momento? -le pidió Aaron y Nahia asintió.
Se levantó y caminó tras él hacia una esquina de la cafetería y Aaron miró alrededor, dándose cuenta de
que ese no era el mejor lugar para iniciar una conversación como aquella. Sin embargo tenía que decirle algo… lo que fuera, necesitaba escucharla hablarle para saber en qué grado de “muerto” estaba para ella. -Este… ¿te faltan muchas clases hoy? -le preguntó y Nahia negó.
-No, solo una. ¿Pasa algo? -su tono era tan indiferente que a Aaron se le erizó la piel.
-No… es que quería saber si vas a regresar temprano a casa… –Aaron sabía que tenía que decirle que lo sentía, que era un estúpido y todo eso, pero había demasiada gente como para hacer un escándalo.
-Sí, supongo que nos iremos temprano. ¿Algo más?
Aaron pasó saliva mientras la miraba a los ojos. Parecía una pequeña estatua de hielo con el grado justo de educación.
-No… solo es eso.
Nahia asintió y se dio la vuelta, alejándose de él y Aaron se mordió los labios con frustración. Sabía que había echado todo a perder porque ella ya no quería pelear con él. Si se hubiera molestado lo habría obligado a llamarla “Señorita King” y le habría hecho un desplante tras otro. Ahora lo sabía: Nahia no estaba molesta, estaba herida y eso era todo su culpa.
Esperó impaciente hasta que la siguiente hora acabó y la vio salir en su auto. No se detuvo en ningún lugar, solo se fue directamente al departamento y Aaron se armó del coraje que le había faltado el día anterior para ir a tocar a su puerta.
Nahia abrió con un gesto menos interesado que un oso por un tranvía, pero cuando vio que en la mano traía la mochila que ella había dejado en el gimnasio y aquella cesta de picnic, dio dos pasos hacia atrás y se apartó para dejarlo pasar.
Apenas cerró la puerta tomó la cesta de sus manos y se dirigió hacia la cocina sin decir palabra. Aaron la vio desarticularla, botar a la basura todo lo que no servía y guardar lo demás, como si jamás hubiera
tenido ninguna esperanza mientras preparaba aquella canasta.
-Nahia… intentó acercarse.
-¿Ya llegó tu reemplazo? -preguntó ella sin mirarlo y Aaron apretó los labios.
-Todavía -respondió-. Pero no debería dejar que se quede nadie por mí, este es mi trabajo…
-Creí que ya lo habíamos hablado anoche -replicó ella.
-Anoche hice una estupidez -dijo Aaron abriendo la mochila y sacando el álbum que Nahia había hecho para él-. De verdad lo lamento.
La muchacha respiró profundo y negó.
-No tienes nada que lamentar. No es una estupidez besar a alguien que te gusta, y no hay nada que reprochar si te gusta más de una persona, no estamos en la edad de piedra -le sonrió-. Creo que solo es asunto de tus mujeres si quieren aceptar la… co–participación.
Aaron la vio esbozar una sonrisa sarcástica porque era evidente que ella no era de las que co- participaban en nada.
-¡Vanessa no me gusta! ¡Por eso besarla fue una estupidez! ¡Lo hice porque estaba celoso! ¡Creí que te habías escapado para verte con el condecito! -espetó él con frustración.
-¿Con quién? -Nahia hizo un gesto de incomprensión y Aaron se dio cuenta de que ella ni siquiera sabía
eso.
-Con Joshua, lo vi darte la llave, te escapabas de mí para ir a verlo, se encontraron en el campo de fútbol y yo creí… ¡Maldición creí que estabas escapándote para verte con él! ¡Me ganaron los celos,
Nahia, me ganaron en serio, por eso me besé con Vanessa!
Nahia cerró los ojos y apretó los dientes intentando mantener la calma, porque si era honesta no sabía que era peor, que fuera puto o que fuera idiota. O
-OK–respondió-. ¿Algo más?
Aaron se puso lívido, como si ella lo hubiera abofeteado en vez de hacerle una simple pregunta.
-¡Sí, claro que hay más! ¡Hay mucho más, Nahia! -exclamó acercándose a ella y lanzando el álbum sobre la encimera- ¡La cagué, la cagué en serio, lo lamento, yo… yo debí… debí preguntarte…!
-Y lo hiciste -replicó Nahia y él la miró a los ojos, confundido-. Lo hiciste, me preguntaste. Me preguntaste si me gustaba Josh y te dije que no. Me preguntaste qué me traía con él y te dije que me estaba haciendo un favor. Te dije la verdad cuando me preguntaste. No creerme fue tu decisión, tú elegiste no confiar en mí. Ese es tu problema. 6
-Pero es que… ¡te escapabas de mi, Nahia! ¿Qué querías que pensara…? -exclamó él desesperado. Aunque en el fondo sabía que no tenía justificación, siempre existía aquel instinto por defenderse.
-Entonces supongo que ninguna de tus mujeres podrá darte jamás una sorpresa -murmuró ella tomando aquel álbum y lanzándolo también al cesto de la basura sin que una sola emoción cruzara su rostro.
-¡Nahia, no es eso, espera…! -Aaron la tomó por un brazo para detenerla porque sabía que lo que seguía era ella echándolo de su departamento-. ¡Lo lamento de verdad! ¡Desde que nos conocimos hemos estado peleándonos y molestándonos y yo… no sé qué esperar de ti!
Nahia hizo un gesto breve de sorpresa y su pecho se hinchó de la rabia, pero luego exhaló y se soltó de él con un movimiento suave.
-¿Quieres saber por qué estaba molesta? -murmuró mirándolo a los ojos-. El mismo día en que te conocí supe que eras especial, tan maduro, tan amable, tan integro. Me molestó tanto lo que pasó con Austin no por las mujeres ni los cuernos ni nada de eso. Me molestó porque no confiaste en mí, porque preferiste montar un teatro a decirme la verdad de frente, porque creiste que una chiquilla que no lo entendería.
-Nahia… no fue así…
-Por eso he estado molesta -siguió ella sin detenerse-. Pero decidí dejarlo pasar porque me dije que solo intentabas protegerme. Pero anoche me di cuenta de la realidad: No lo hiciste porque no confiaras en mí, lo hiciste porque tu primer instinto siempre es reaccionar, eres un martillo, golpeas primero y piensas después. Así está entrenado tu carácter, y fue exactamente lo mismo que hiciste anoche, te pusiste celoso y reaccionaste.
-¡No, claro que no…!
-¿Entonces le estabas haciendo una endoscopía a Vanessa porque te mueres por ella? -preguntó Nahia con sorna y Aaron se llevó las dos manos a la cabeza, mesándose los cabellos porque sabía que ella tenía razón, estaba acostumbrado a actuar, a reaccionar antes de ponerse a pensar las cosas.
Finalmente dejó caer los dos brazos al lado del cuerpo y bajó la cabeza.
-De verdad lo siento, Nahia… no quería lastimarte…
–
-Sí, sí querías -replicó ella y Aaron la miró a los ojos con expresión espantada-. Estabas dolido, estabas celoso y sí querías lastimarme. Por eso no te alcanzó con que te viera con Vanessa y tuviste que
comportarte como un patán después. No hubo una sola de tus palabras que no buscara hacer daño – gruñó Nahia y Aaron sintió como si cada palabra lo aturdiera más que un golpe en el ring-. Entonces ¿ qué tan tonta tengo que ser como para llegar a tener una relación con un hombre cuyo primer instinto
cuando las cosas van mal… es lastimarme?
-Nahia…
-¿Crees que soy tonta, Aaron?
Él pasó saliva y sintió cómo se ponía pequeñito frente a aquella mirada de decepción.
-No, no lo eres -murmuró. 2
-Bien. Entonces no hay mucho más que decir. Te perdono todo lo que creas que debe ser perdonado, pero ahora que los dos sabemos el terreno que estamos pisando, creo que lo mejor sería mantenherlo estrictamente profesional -sentenció ella-. Espero tu reemplazo mañana. Si decides no conseguirlo no voy a discutírtelo, solo… voy a seguir estudiando y supongo que seguirás vigilándome hasta que sea seguro. ¿De acuerdo?
Aaron la miró a los ojos pero en ellos no había ni una sola gota de antagonismo, solo una resolución de esas que no admiten debate.
-De acuerdo murmuró dándose la vuelta y saliendo del departamento. 2
Pero apenas había atravesado el umbral cuando se encontró con una sorpresa en el pasillo.
-Buenas tardes, señor Orlenko -lo saludó con respeto un hombre que debía rozar los veintisiete años-. Soy su reemplazo. ¿Llego demasiado temprano?