Chapter 350
Capítulo 350
Carlos no dijo nada, y miraba a Ana con una expresión de duda.
-Carlos, ¿por qué me miras así? ¿Acaso me estás sospechando? ¿Sospechas que quiero morir contigo en una explosión?
-Carlos, soy tu cuñada, que dudes de mí me hace sentir muy triste. Me doy
cuenta de que
realmente has cambiado.
-¿Por qué no regresaste a tiempo? ¿Acaso no le hiciste nada a Raquel en el yate?
Ana era muy astuta, jugaba con las emociones y atacaba primero, interpelando a Carlos.
Carlos no había hecho nada a Raquel en el yate, su rostro se relajó un poco. - Cuñada, no es eso lo que quiero decir.
-Carlos, debemos estar unidos, no permitas que Raquel nos separe.
Raquel comenzó a empacar, lista para regresar a Solarena.
Cuando terminó de hacer su equipaje, salió en busca de Florencia. En el pasillo, de repente, vio
a Ana.
Ana había estado esperándola.
Raquel no se sorprendió en lo más mínimo y se acercó a ella.
Ana sonrió. -Raquel, qué bueno que hayas regresado sana y salva, estaba preocupada por ti.
Raquel sonrió con sarcasmo. -Ana, ¿fuiste tú quien actuó?
-No entiendo lo que dices, Raquel. Las cosas deben basarse en pruebas, o de lo contrario te denunciaré por difamación.
Ana no solo se mostraba tranquila, sino que también se acercaba a Raquel de manera desafiante.
El mensaje era claro: ¿Qué vas a hacer al respecto?
Raquel no se enojó en lo más mínimo. Guiñó un ojo de manera juguetona y, con indiferencia, respondió: -Ana, en realidad, debería agradecerte. Siempre se dice que las dificultades revelan a las personas verdaderas. Esta vez, cuando estuve en peligro, gracias a que el presidente Alberto me salvó. Tal vez ni siquiera lo sabías, ¿verdad? En ese pueblo, Carlos y yo estábamos realmente en riesgo. Si el presidente Alberto no hubiera llegado a tiempo, quizás ni Carlos ni yo hubiéramos regresado.noveldrama
Esta frase tocó el punto débil de Ana, quien perdió inmediatamente su sonrisa y la observó a Raquel con una mirada fria y peligrosa.
Raquel dio dos pasos hacia adelante y, con una sonrisa, continuó: Por cierto, Ana, ¿el presidente Alberto te contó que pasamos la noche juntos?
¿Qué?
Ana se quedó petrificada. -¿Tuviste algo con Alberto?
Raquel asintió, -Sí.
El rostro de Ana se torno oscuro como el hierro.
-Ana, ¿por qué esa cara? Fue tú quien me enviaste directamente a la cama con el presidente Alberto.
El pecho de Ana comenzó a agitarse de rabia. Apretó el puño y lo soltó con furia. ¡Raquel, eres una desvergonzada!
-Soy desvergonzada porque aprendí de ti. ¿Qué podemos hacer cuando nos enfrentamos a alguien sin escrúpulos? Solo podemos ser aún más descaradas. ¡Usamos la magia para derrotar a la magia!
Ana estaba tan furiosa que casi mordía su lengua. En ese momento, levantó la vista y vio una figura alta y elegante acercándose desde el pasillo: Alberto había llegado.
-Alberto... -Ana lo llamó.
Raquel giró la cabeza y también vio a Alberto.
Él había regresado, se había duchado y llevaba una camisa blanca limpia con un traje negro, elegante y erguido.
Ahora estaba de pie, alto y gallardo en el pasillo, contraluz. Claramente, ya había llegado y había escuchado toda la conversación.
Alberto dio un paso largo y se acercó.
Ana lo miró y dijo: -Alberto, Raquel me acaba de decir que pasaste la noche con ella, ¿es cierto?
La mirada de Alberto cayó sobre el rostro de Raquel.
Raquel no esperaba que él apareciera, pero no había hecho nada incorrecto, así que levantó la mirada con firmeza y seguridad.
Alberto asintió. —Sí.
Capitulo 350
Lo admitió.
-Alberto, sé que fue Raquel quien te sedujo. ¡Es una zorra sin vergüenza!
Capitulo 351
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