Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Capítulo 342



Capítulo 342 

Esa fue la primera vez que vi a Camilo con esa expresión en su rostro. No podía decir si estaba nervioso, emocionado o simplemente en pánico… De cualquier manera, estaba lejos de su usual aire desenfadado e indomable. En ese momento, vi en él al Isaac de antaño. De repente, me senti más calmada, incluso fria, ocultando todos esos sentimientos que casi se abrian camino, y me di la vuelta con decisión: “Bueno, sigue hablando.” 

Camilo aún no habia colgado el teléfono cuando se acercó con grandes pasos y me atrajo hacia él con un brazo, inmovilizándome completamente a pesar de mis esfuerzos por resistirme. 

Luego dijo unas pocas palabras más, y con voz suave, comentó: “Abre un poco más los ojos, no dejes que alguien más te engañe. Termino de calmar a algujen y vuelvo rápido.” 

Tras decir eso, colgó el teléfono, lo lanzó al bolsillo de su pantalón, y con su mano grande apretó mis mejillas, deformando mi cara mientras decia con un tono melancólico: “¿Por qué huyes? ¿Escuchaste lo que acabo de decir?” 

“Sueltame.” 

“…Em.” 

Quizás el verme hablar con mis mejillas apretadas le pareció gracioso, pues soltó una risa ahogada y. sin hacer caso, apretó de nuevo diciéndome: “Primero respóndeme, si me gusta la respuesta, te suelto.” Le di un golpe en la mano, obligándolo a soltarme, y luego, con los labios apretados y una mirada serena, dije: “Camilo… no somos iguales, yo no quiero jugar, y no puedo permitirmelo.” 

“¿Jugar?” 

El rostro de Camilo cambió ligeramente, y con un toque de desdén, mordisqueó su diente preguntándome: “Piensas que estoy jugando contigo?” 

“¿No es asi?” 

Mientras los copos de nieve calan suavemente, me encogi de frío y le dije: “Como dijiste, si en estos días no hay noticias de la señorita Monroy, no esperadas más, pero acabas de recibir noticias, ¿verdad? Sin embargo, sigues interrogándome, ¿crees que soy el plan B, o ella lo es?” 

Era evidente que el plan B era yo. Text content © NôvelDrama.Org.

En esos días, tanto la abuela como Jazmin me habían hablado mucho, y casi me lo creo. Pero en aquel momento, volviendo a la realidad, vi al hombre imponente frente a mí. 

Con sus condiciones, rodeado de herederas guapas y de buena familia deseosas de su atención, no llegaría a mi ni en ocho vidas. La brecha entre él y yo era incluso mayor que la que había entre Isaac y yo. 

Camilo olía a alcohol, pero sus ojos estaban sorprendentemente claros. Tiró de su labio en su tipica manera despreocupada y preguntó: “¿Me estás comparando con Isaac?” 

“No lo sé.” 

Hacia mucho frio, inhalé profundamente, me abracé más fuerte dentro de mi abrigo, y bajando la vista, patee una piedra, con voz suave: “Solo sé que ambos son hombres, y ellas son sus amores platónicos, sus marcas Imborrables.” 

Y y 

yo, solo era una mancha de mosquito, un grano de arroz pegajoso. 

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Capitulo 342 

Por un momento, Camilo guardó silencio, luego soltó una risa despreocupada preguntando: “¿Y si te dijera que a mi me gusta el arroz simple?” 

Me detuve, confundida, y levanté la vista: “¿Eh?” 

“¿En qué?” 

Me dio un ligero golpe en la frente y me pasó la comida para llevar: “No puedo prometer mucho, pero Cloé, definitivamente no soy Isaac. Vamos, entra.” 

“No necesito tus promesas. Había escuchado demasiadas en mi vida. 

Ya no creia en esas cosas efimeras e intangibles. Las promesas solo mostraban que lo que se decía en ese instante podia ser sincero, como el momento en que una fruta madura se desprendía del árbol, seguramente era dulce. Pero con el tiempo, de hecho ni siquiera se necesitaba un año, solo un par de dias, con un poco de lluvia y sol, todo se podria y apestaba.. 

Al día siguiente era Nochebuena. El espiritu festivo de Bella Vista era intenso, con sus neones por todos. lados y flores de papel pegadas en todas las ventanas 

El mayordomo aún estaba ordenando a los sirvientes que colgaran decoraciones festivas por todas partes. Era un ambiente muy alegre y festivo. 

Cuando bajé las escaleras, Fabiola me llamó con energía: “Cloé, ven, acabo de hacer empanadas, come algunas mientras estan calientes.” 

La matriarca me trataba muy bien y a veces, me perdia en mis pensamientos, casi como si tuviera una abuela. 

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